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DE NOVIEMBRE A DICIEMBRE
En numerosas culturas de la Antigüedad se fabricaron figuras o relieves en terracota, ejemplos de lo que tradicionalmente se ha considerado un “arte popular”, destinado a un amplio público, con limitados recursos económicos. Estos objetos, normalmente realizados a partir de uno o varios moldes y retocados a mano, tuvieron una enorme aceptación desde el Próximo Oriente, pasado por Grecia y sus colonias, Cartago y sus posesiones del Mediterráneo central y occidental hasta llegar a Iberia, especialmente en época helenística, desde mediados del siglo IV a. C.
En la necrópolis de l’Albufereta, una de las más conocidas de nuestra geografía, situada a los pies del Tossal de Manises, se descubrió durante las excavaciones efectuadas en los años 30 del siglo XX un interesante lote de figurillas de terracota, todas ellas de rasgos helenizantes y posiblemente realizadas por artesanos púnicos o indígenas a partir de moldes importados. De este excepcional conjunto, conservado en la actualidad en el Museo Arqueológico de Alicante-MARQ, se han seleccionado cuatro imágenes femeninas que parecen corresponder a un repertorio con un mismo simbolismo.
Espacio expositivo del MARQ
En el gran túmulo funerario nº 127 explorado por José Lafuente, y junto a un rico ajuar entre el que destacan las cerámicas de importación y los pebeteros en forma de cabeza femenina, se halló la representación de una joven embarazada con paloma, una figura sedente amamantando a un niño y una tercera de pie, también portando un niño de corta edad al que parece acunar. Por otro lado, Francisco Figueras descubrió en la sepultura nº 100 una nueva figura femenina estante, sujetando una paloma y otro infante. Todas estas estatuillas, que presentan determinadas similitudes (indumentaria, tocado, atributos), se fechan hacia la segunda mitad del siglo III a. C.
Estas piezas, en las cuales se observa una asimilación de rasgos helenísticos y elementos de raigambre púnica, son muestra de una devoción popular y del especial aprecio por las representaciones femeninas de una Diosa Madre nutricia (llámese Isis, Tanit, Deméter, etc.), benefactora y protectora de la comunidad, que asegura la fertilidad de los campos, del ganado y la fecundidad de la mujer, garantizando de este modo la supervivencia y prosperidad de la población. Su aparición en contextos funerarios se asocia además a la creencia en la resurrección, o de una vida en el “más allá”, donde el difunto solicita la protección de la diosa.
En el mundo ibérico, donde la idea de la Gran Diosa Madre mediterránea se encuentra fuertemente arraigada en la tradición, estas imágenes son asimiladas y empleadas como exvotos, hallándose sobre todo en santuarios y necrópolis, aunque también en ambientes domésticos, y como tales, servirían para comunicarse con una divinidad. Esta nueva iconografía correspondería a la de una diosa benévola, garante de la fertilidad y protectora del difunto en la “otra vida”, transmisora de la vida tras la muerte, siendo un mensaje universal comprensible bajo la mirada de diversas culturas a través del tiempo.
Inauguración de la exposición "Imágenes de vida y muerte" a 7 de octubre de 2011
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