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El Popol Vuh, recoge el mito de la creación. Cuando no había nada más que silencio y vacío, los dioses, ocultos en el océano profundo, se reunieron un día y llenaron la tierra de montañas, valles, ríos y lagos. Pronunciando su nombre, crearon a los animales que son los guardianes de bosques y montañas.
Como a los pioneros de la investigación, en la primera sala nos sorprende la arquitectura monumental de las pirámides evocadas en el montaje, y nos asombra que se puedan descifrar los secretos de una escritura jeroglífica dispuesta en estelas, dinteles, altares o en preciosos recipientes de cerámica.
La cultura maya es compleja. Su economía se sustenta en la agricultura y el comercio, realizado a golpe de porteador. En las milpas, o huertos cercanos a las viviendas, se cultiva con una técnica propia la calabaza, el frijol y el maíz, producto éste tan esencial que es evocado en su deidad principal, el Dios el Maíz. Para el abastecimiento del agua en la temporada seca, construyeron cisternas y canalizaciones. El cacao alcanzó un valor especial, en sus celebraciones y también como elemento de intercambio. La vida se regía por la exactitud de sus calendarios, basados en un conocimiento matemático y astronómico excepcional.
Las bóvedas caracterizan el interior del templo maya. En su estructura se basa este segundo gran ambiente, donde se aborda el apogeo de la cultura en el llamado Periodo Clásico, con el desarrollo de grandes de ciudades como Tikal y Calakmul, sus monumentales palacios, la importancia del rey divinizado y su corte de nobles, escribas, músicos y sirvientes.
Los soberanos llegarán a dividir el territorio rivalizando en riqueza y poder, llevando a cabo alianzas y guerras. Las representaciones sobre los dioses y sus ritos, demuestran la importancia de un mundo simbólico compuesto por numerosas deidades a las que se adoraba mediante rituales, que incluían ofrendas, danzas e incluso sacrificios de sangre.
Entre el 800 y 1000 la edad de oro de esta gran cultura llegó a su fin. Las sucesivas guerras y el aumento de las sequías llevaron al colapso de la sociedad, con el abandono de las ciudades. La cultura maya continuará bajo nuevas formas. En el Postclásico urbes como Chichen Itzá y Mayapán serán importantes centros comerciales.
Tras los animales, los dioses crearon a los primeros seres humanos a partir del maíz. El cielo con el azul característico de la cultura maya y los volúmenes de sus construcciones, inspiran el ambiente de la tercera sala. Es el turno de la contemplación de las grandes realizaciones pétreas: estelas, paneles y esculturas monumentales, y de acercarse a las profundas creencias de aquella cultura a partir de la comprensión de las pinturas de San Bartolo.
La escultura monumental del hombre con atributos de jaguar, emulando la postura de acecho del felino, anticipa la contemplación de distintas escenas recogidas en impresionantes estelas, como los rituales de Ceibal, o de Dos Pilas que muestra al joven Rey en pleno ritual de sacrifico de sangre. El poder del soberano se hace ver en los atributos que caracterizan al de Calakmul y Machaquilá. El rey jugador de Pelota, y el de Lacanha como Dios del Maíz, advierten de la enorme importancia del soberano en el universo social maya, imágenes que contrastan con la de un cautivo atado, de rodillas y despojado de su estatus, a punto de ser sacrificado, ejemplo y propaganda de la victoria en batalla.
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