| El puerto ibérico de Santa Pola, es uno de los testimonios arqueológicos más originales de la Península Ibérica, ya que se trata de una fortificación a la orilla del mar, que constituía un puerto natural, de planta griega (6.100 m2 incluido el foso), construida con las técnicas de los iberos, para protección y defensa de marineros y mercancías. Para el control de las mercancías bastaba la playa al abrigo de los vientos de levante, con primarias instalaciones, probablemente postes de amarre, de piedra o madera, puntales para mantenerlos verticales en marea baja y algunos tinglados para guardar repuestos y mercancías, que se hallarían dentro de la fortificación.
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