| En el siglo I, el emperador Augusto potencia los puertos con fines comerciales. A partir de entonces el Portus Ilicitanus, es el espacio marítimo en el que se han intercambiado no sólo productos de consumo, sino ideas, creencias, culturas y personas de todo el Mediterráneo. La prosperidad comercial del puerto lo convirtió en una auténtica ciudad con villas residenciales, viviendas, zonas de servicio, almacenes, tiendas, astilleros, industria de salazón, termas, necrópolis, etc.
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