La extracción indiscriminada y sin ningún control de monedas no sólo las ha privado de su contexto arqueológico, al igual que al resto de objetos, sino que ha destruido un yacimiento arqueológico que ya nunca se podrá recuperar, tumba, además, de las personas que perecieron en el naufragio.
Tras la extracción de las monedas, Odyssey procedió rápidamente a la limpieza de un lote con la finalidad de mostrar a los medios de comunicación el “valor” de lo obtenido, transmitiendo la idea de cientos de cubos llenos hasta los bordes de brillantes monedas de plata. En poco tiempo algunas ya habían sido encapsuladas como si estuvieran dispuestas para su venta. Los materiales arqueológicos así manipulados no son tratados como bienes culturales, sino como bienes de mercado destinados a su comercialización.
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