Orihuela, como todo el antiguo reino islámico de Murcia fue largamente disputada entre las coronas de Castilla y Aragón. Por la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304) pasó a esta última, incorporándose formalmente al Reino de Valencia en 1308. La identidad de la Orihuela foral se forjó frente al Islam, y frente al vecino Reino de Murcia durante el largo pleito por la consecución de un obispado propio. Será una ciudad de realengo cuyas elites gobernantes se encumbran a la nobleza a partir de un cierto patriciado formado en buena parte por caballeros relacionados con la guerra.
La pérdida del sector austracista, por el que tomó parte la ciudad, en la Guerra de Sucesión, supondrá el saqueo de Orihuela por las tropas borbónicas y, con los Decretos de Nueva Planta, la pérdida de poder político de parte de estas oligarquías. Tras la represión borbónica se consolidará la expansión agrícola de la comarca, con una red de colonizaciones rurales, a menudo en régimen de señorío. Esto dio lugar a una tardía proliferación de títulos nobiliarios.