¿Qué es esa figurilla femenina que se ha escogido como imagen de la exposición? ¿Qué representa? Seguro que más de uno se ha hecho esa pregunta al verla.
Se trata de un hallazgo arqueológico que tuvo lugar en diciembre del 2012 en Hårby, Dinamarca, llevado a cabo por tres arqueólogos ‘amateur’ que estaban aprendiendo a utilizar un detector de metales. Su descubridor, Morten Skovsky, encontró la figurilla congelada en la tierra y la llevó a casa para calentarla al lado de un radiador. Tras el descubrimiento, se llevó al Odense City Museum, donde Mogens Bo Henrisken —arqueólogo y conservador— certificó la autenticidad y la importancia del hallazgo. Actualmente se conserva y expone en el Museo Nacional de Copenhague, que no es sino el museo junto con el que se ha organizado esta exposición. Y, mientras ésta dure, podréis verla en el MARQ.
Es una pieza realizada en plata sólida dorada, con detalles del vestido y el escudo en niel negro. Representa una figura femenina de pie, que porta una espada, un escudo circular que sostiene con el brazo doblado por el codo, un vestido largo texturizado y el pelo recogido en una cola de caballo alta con un nudo trenzado. Los pies y las piernas están rotos, tal vez del deterioro o porque jamás terminó de fabricase y fue desechada. El museo de Odense ha llevado a cabo excavaciones en el lugar del hallazgo y se han encontrado fosos donde, aparentemente, se echaban los desperdicios de los talleres de artesanía, entre ellos el de forja, ya que se han desenterrado escombros y capas de chatarra.
Está fechada en torno al año 800 d.C., a comienzos de la Era Vikinga, mide unos 3,5cm de altura y pesa alrededor de 13,4gr. Posee un ojal en la zona de la nuca, lo que nos indica que debió ser ideada para ser algún tipo de colgante o amuleto.
Hasta la fecha, se habían realizado otros hallazgos de figurillas que supuestamente representan mujeres, pero éstas eran planas, en 2D, y la mayoría pensadas como broches. La particularidad de esta pieza radica en sus tres dimensiones, siendo el único ejemplar de estas características que se conoce en la actualidad.
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La mayoría de los investigadores que la han estudiado coinciden en que se trata de la representación de una valquiria. Las valquirias (del nórdico antiguo singular valkyrja y plural valkyrjur) son uno de los personajes más fascinantes y más importantes de la mitología nórdica. Son deidades menores femeninas, llamadas dísir, cuyo nombre se puede traducir por «la que elige a los caídos en batalla».
A la par que fascinante, su figura es misteriosa; consideradas hijas del dios Odín —el dios más importante del panteón nórdico—, la tradición nos las describe como mujeres bellas y exuberantes, fuertes guerreras que podían sanar cualquier tipo de lesión y muy asociadas con otra figura femenina relevante del imaginario nórdico; las doncellas guerreras y escuderas, las llamadas skjaldmö.
Sin embargo, parece ser que esta imagen es una distorsión que nos ha llegado a través de las óperas de Wagner y las representaciones decimonónicas del mundo vikingo, harto idealizado. En las Eddas —los textos más relevantes que poseemos para el conocimiento de las tradiciones nórdicas y su religión—, Snorri Sturluson no las describe como mujeres bellas y hermosas, sino como seres horripilantes que podían matar con la mirada, que tomaban formas monstruosas y hacían caer lluvias de sangre sobre la Tierra o remaban en una nave atravesando los cielos en un mar de sangre. La misma descripción nos las presenta sentadas en el campo de batalla, tejiendo un tapiz hecho con intestinos humanos, utilizando una flecha como lanzadera y las cabezas de los guerreros como pesas de este sangriento telar.
Según las Eddas también, Odín les encomendaba la tarea de recoger a la mitad de los guerreros que caían en combate para llevarlos al Valhalla, su residencia, un gran salón donde vivirían estos guerreros convertidos en einherjer, aguardando hasta el día del Ragnarök —el fin del mundo de los vikingos— donde lucharían a su servicio contra las fuerzas del mal en un choque titánico de tintes épicos. En el Valhalla, las valquirias atendían las necesidades de estos guerreros y, entre otros menesteres, les ofrecían cuernos repletos de hidromiel para calamar su sed. La imagen de una mujer oferente con un cuerno es un motivo recurrente en la iconografía escandinava de época vikinga, y se han hallado otras piezas o amuletos que parece que nos muestran figuras femeninas ofreciendo recipientes que podrían ser vasos o cuernos.
En la imagen bajo estas líneas —que se corresponde con un fragmento de la piedra rúnica de Tjängvide, hallada en Suecia— se puede observar la figura resaltada con un círculo negro, que cumple las características de lo que acabamos de mencionar. Justo al lado de la figura encontramos el caballo de ocho patas Sleipnir, montado por su dueño, el dios Odín. Se trata de una escena de la llegada al Valhalla, de la que hablaremos a continuación.
El mito de la valquiria parece una deformación de la propia existencia de algunas mujeres sacerdotisas que atendían a los ejércitos teutónicos, incluyendo los nórdicos, y tras cada batalla se encargaban de seleccionar a los prisioneros que iban a morir, así como de escoger el modo en el que morirían. Un delicado honor que los nórdicos habrían otorgado a los que habían sido derrotados en el campo de batalla de forma valerosa.
También se recoge la creencia de que en algún estadio mucho más primitivo de la religión escandinava las valquirias eran las sacerdotisas del culto a Odín y las que oficiaban los sacrificios rituales en los cuales los prisioneros eran ejecutados, esto es, llevados ante el dios. Probablemente, y con el tiempo, se convirtieron en el ideario y el imaginario colectivo en las valquirias que conocemos hoy en día, con su función.
Otro posible origen de las valquirias es el que las relaciona con los cuervos, los animales principales que posee el dios Odín. Las valquirias podrían haber sido una evolución ideológica y mitológica de la figura del cuervo; este ave está presente tras todas las batallas, devorando el cuerpo de los muertos. Tal vez por evolución, de aves se pasó a las valquirias ya que, con un poco de imaginación —que no debe faltar nunca a la hora de enfrentarse a una mitología—, la función y la idea era muy similar; entes que aparecen tras la batalla y que rebuscan entre los cadáveres que ésta ha dejado para, posteriormente, salir volando.
Las valquirias también podrían haber tenido su origen en estadios muy primitivos y religiosos de la historia de los pueblos germanos —anteriores a los vikingos—, pudiendo haber sido grupos de mujeres guerreras de las que solo nos habría llegado el nombre y la figura de su lideresa, y es que Sagas y Eddas nos han dejado bastantes nombres de estas figuras: Skögul, la lucha, la furia; Hókk, el estruendo o Göll, el grito de batalla.
Sea como fuere, y vengan de donde vengan, no dejéis de admirar esta magnífica figura en la exposición.
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Laia San José Beltrán – The Valkyrie’s Vigil
1 Comment
Buen artículo, enhorabuena.