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Exposición en el Hall del museo del MARQ
Durante las excavaciones realizadas por los ingenieros y arqueólogos belgas Henri y Louis Siret a finales del siglo XIX en el yacimiento de El Argar (Antas, Almería), se hallaron unas pequeñas figurillas de arcilla que, a pesar de su esquematismo, representaban claramente toros o vacas. Todas se encontraban entre las tierras que cubrían el más de un millar de sepulturas de la Edad del Bronce localizadas en este lugar, el cual terminó por dar nombre a la llamada “cultura de El Argar”. Hoy sabemos que ésta se desarrolló en las tierras del Sudeste de la península ibérica entre 2200 y 1500 a.C.
Los Siret siempre defendieron que estas estatuillas de barro estaban relacionadas con la cultura argárica, a pesar de que constituían el único caso de expresión artística figurativa conocida. El Argar representaba una drástica ruptura en ese aspecto con las sociedades precedentes, de la Edad del Cobre, en cuyos asentamientos y sepulturas era relativamente común hallar figuras antropomorfas y zoomorfas talladas en piedra, hueso o marfil. El hallazgo, a mediados del siglo pasado, de una pequeña figurilla similar a las de El Argar en el yacimiento granadino de la Peña de los Gitanos, en Montefrío, alimentó el debate.
En las últimas décadas se han ido sucediendo los hallazgos de figurillas de arcilla similares –siempre representando a bóvidos- en diversos yacimientos del sur de la península ibérica, aunque desafortunadamente han sido muy pocos los que han podido datarse. En 2013, durante las excavaciones realizadas por el MARQ en el yacimiento de Laderas del Castillo, en colaboración con el ayuntamiento de Callosa de Segura, se localizaron dos de estas figurillas, rotas sobre el pavimento de una casa argárica que se destruyó en torno al año 2000 a.C. a causa de un incendio.
Los trabajos de restauración realizados en el laboratorio del MARQ han permitido recomponer fielmente una de las figurillas, que ha resultado ser de un tamaño y factura superiores a cualquiera de los ejemplares conocidos hasta ahora. Las excavaciones en otros yacimientos están revelando que la elaboración de este tipo de representaciones de toros se mantuvo vigente prácticamente hasta el final de la cultura argárica, por lo que el debate se centra ahora en determinar qué papel desempeñaban estas pequeñas esculturas de barro ¿Se trataba de juguetes infantiles, o de pequeños ídolos con un contenido ritual?