DE OCTUBRE A FEBRERO

El Campaniforme (2600-2200 a.C.) supone un momento de importantes cambios para las sociedades prehistóricas de Europa occidental en tanto implica la progresiva disolución de las sociedades campesinas igualitarias y el inicio de las desigualdades sociales. Es ahora cuando aparecen los primeros poblados en altura, algunos con defensas a modo de pequeñas murallas, los primeros rituales funerarios de carácter individual o la aparición de una serie de ajuares, entre los que destacan los vasos acampanados que dan nombre a este momento de la Prehistoria. En los yacimientos del Peñón de la Zorra (Villena) se manifiesta buena parte de toda esta oleada de cambios. En este espolón rocoso, localizado en la vertiente meridional de la sierra del Morrón, se sitúan un poblado y dos cuevas sepulcrales cuya ocupación se sitúa a caballo entre el final del Neolítico y el inicio de la Edad de los Metales.

En las cuevas abiertas en las paredes rocosas que delimitan el poblado se enterraron unos pocos individuos acompañados por ajuares funerarios, algunos de los cuales destacan por las materias primas empleadas en su elaboración y por  la complejidad tecnológica que requería su manufactura. En la Cueva Oriental se localizó un interesante ajuar funerario, posiblemente vinculado a un mismo individuo, compuesto por varias armas de cobre, un puñal y un par de puntas de jabalina, además de un arete de plata. De la cueva también proceden 14 vértebras de pez perforadas a modo de cuentas de collar. Además de estos objetos, de esta pequeña cavidad también se recuperaron pequeños recipientes cerámicos que debieron contener algún tipo de ofrenda alimentaria relacionada con el ceremonial funerario.

La mayoría de estos objetos debieron obtenerse a través de redes de intercambio, destinadas no sólo a que estas incipientes jerarquías exhibiesen objetos de distinción, sino también a fortalecer sus relaciones con otros grupos jerárquicos que en este momento consolidaban su poder en varios puntos de la península Ibérica. Especialmente importante debió ser el papel jugado por el metal, ya que no existen vetas de mineral de cobre al norte de la sierra de Orihuela, por lo que los grupos del Campaniforme valenciano debían proveerse del metal a través de estos circuitos de intercambio.

Estas cavidades también nos hablan de un mundo fúnebre cuyo acceso sería cada vez más restrictivo. En momentos anteriores, el número de inhumados en el interior de las cavidades era notable, contabilizándose en algunos casos más de 100 individuos. A partir de ahora, el acceso a este ritual será cada vez más limitado, observándose una creciente tendencia a asociar estos enterramientos a los lugares de hábitat. De este modo, la Cueva Oriental, y el resto de yacimientos del Peñón de la Zorra, señalan un mundo en paulatina transformación en el que se observan niveles de complejidad social cada vez más elevados, con clases sociales diferenciadas en las que el acceso a la riqueza, ejemplificado en los ajuares metálicos, sólo estaría al alcance de unos pocos individuos.