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La belleza del cuerpo en la Antigua Grecia

Esta exposición, inédita, es resultado de la colaboración entre el Museo Británico y el MARQ que muestra un recorrido por la representación del cuerpo humano en su plasmación real o proyectada al imaginario mítico, a través de todas las épocas del arte griego, desde las representaciones femeninas del cicládico hasta el tardohelenismo de inicios del Imperio romano plasmado y representado en gran variedad de soportes y materias: esculturas de mármol, originales y copias de época romana, relieves, terracotas, cerámicas de figuras negras y rojas y bronces hasta un total de 125 piezas ordenadas en las tres salas para muestras temporales de que dispone el Marq.

 

         El discurso expositivo ha sido consensuado entre las dos instituciones adaptándose al espacio del museo alicantino. En la primera sala se han agrupado las secciones “la belleza masculina”, la belleza femenina y “rostros”. La contemplación de las piezas da la oportunidad de observar desde las formas esquemáticas como la figurilla de bronce que representa el suicidio de Ayax del s. VIII a. C. hasta las esculturas “policléticas” del “atleta Westmacott” o una estatuilla de Zeus, pasando por el kouros y la koré del arcaísmo, aunque las korai de la exposición se esculpieron en plena época romana a caballo entre el final de la República e inicios del Imperio, simbolizando una vuelta a las formas preclásicas que caracterizó una vertiente del arte helenístico final. Al fondo de la sala, las miradas neutras, impasibles de la cabezas de Hera o de un atleta victorioso del clasicismo se contraponen a la del anciano filósofo Crisipo, uno de los pilares la escuela estoica, en el que la piel arrugada y el ceño fruncido revelan un hombre real en actitud reflexiva, concentrada, representación típica del retrato psicológico del s. III a. C.

 

         De un espacio en el que el peso del ideal griego de la belleza clásico se plasma en gran número de piezas, se pasa a la segunda sala donde el realismo en el arte o como relato de la vida de los griegos es el hilo conductor. A partir de las conquistas de Alejandro Magno, que inicia el periodo helenístico, otros pueblos y otros tipos humanos fueron profusamente representados. Las terracotas y bronces de personas deformes o la estremecedora estatua de un viejo pescador nos ponen ante la evidencia de este hecho. El transcurso de la vida a través de la infancia, el matrimonio, el sexo, la guerra, la muerte, constituyen el argumento de las siguientes secciones. Las ideas esenciales de esta sala, el movimiento, la diversidad, el viaje vital, se enfatizan con una estructura sinusoide en la cual están alojadas muchas de las piezas.

 

         La tercera sala vuelve a presentarnos ideales griegos en un itinerario que nos conduce al Olimpo. Primero, el modelo de ciudadano a través del ejercicio y la competición atlética. Los vencedores tratados como héroes en sus patrias. El santuario de Olimpia, como escenario de uno de los Juegos se presenta en una espléndida maqueta. En esta sala es donde se exhibe el discóbolo. Escultura universalmente famosa, la que aquí se muestra es una copia romana que estuvo instalada en la villa del emperador Adriano en Tívoli (Italia). Del atleta loado casi como un semidiós al semidiós y héroe por excelencia no sólo de los griegos sino del mundo antiguo. Una gran cabeza de Hércules nos contempla a la entrada de su espacio y algunos de sus trabajos se representan en varias hermosas ánforas de figuras negras. El cuerpo de los dioses y sus metamorfosis es la siguiente sección. Representaciones entre las que destaca entre todas una hermosa figura en bronce de Zeus semejante a la colosal estatua con incrustaciones de oro y marfil que se veneraba en su templo de Olimpia. Al final del recorrido nos asomamos al mundo mítico, extraño, poblado de seres híbridos y pueblos exóticos irreales contra los que en numerosas ocasiones se mide el héroe griego, no sólo en combate sino también dialécticamente (recordemos el episodio de la esfinge y Edipo) y que representaban el contrapunto de la sociedad civilizada.