II.I Anubis embalsamador
(capítulo 151)
El texto de este capítulo está dispuesto como un plano de la tumba. En el centro, Anubis vela por la protección de la momia. Según la leyenda, fue él quien embalsamó a Osiris; en la realidad, un sacerdote tocado con una máscara con su efigie representa su papel. La escena central está rodeada en los ángulos por los cuatro hijos de Horus protectores de las vísceras: Amset, Hapi, Duamoutef y Quebehsenuf, quien, excepcionalmente, está provisto de una cabeza de león y no de halcón. A los lados figuran los guardianes habituales del difunto: a la izquierda, Isis y a la derecha, Neftis; el pilar-djed, símbolo de Osiris, arriba; y Anubis tumbado sobre un cofre, abajo.
II.II Disociación del cuerpo y del alma
(capítulo 92)
Después de los funerales el cadáver momificado se coloca en la tumba. Mientras que la momia reposa allí durante toda la eternidad, el alma (el ba), en forma de pájaro con cabeza humana, así como la sombra, pueden salir de la sepultura para volver a la tierra y pasearse a su gusto a la luz del día y a pleno sol. Un pasaje de este capítulo se dirige al alma en los siguientes términos: «Tú eres alguien en el uso de sus piernas. Mantente lejos de tu cuerpo [que está] en la tierra.»
II.III Protección del cadáver
(capítulo 75)
Una vez el cadáver está momificado, también hay que preservarlo de la putrefacción, de la destrucción definitiva, mediante fórmulas mágicas y amuletos que tienen que reforzar el efecto de los preparativos materiales. Con el escarabajo del corazón, el nudo de Isis se tiene que colgar al cuello de la momia. Este amuleto de piedra roja (jaspe o cornalina) asociada a la sangre le garantiza al difunto la protección de Isis, hermana y esposa de Osiris.
I.IV Papel del corazón
(capítulo 30B)
Durante la momificación, el corazón, sede de la razón, tenía que permanecer en el cuerpo, a diferencia de otros órganos como los pulmones, el hígado o los intestinos. Su papel es tan esencial durante la vida como después de la muerte. En el juicio del difunto, no tiene que dar testimonio contra su propietario. Es lo que indica el capítulo 30 B, a menudo grabado en la base de los grandes «escarabajos del corazón» que se colocan sobre el pecho del difunto, parecidos al que representa el papiro de Neferubenef. «Oh corazón mío de mi madre, no te opongas a mí ante el tribunal…»