La segunda sala de la exposición se nos presenta como una gran sala para preparar a los muertos. En ella podremos observar diferentes objetos relacionados con los procesos de momificación. En ella podremos encontrar a la momia y el sarcófago de Ankhpakhared, ejemplo del deseo de inmortalidad de toda una civilización.
El proceso básico de la momificación comenzaba colocando el cuerpo sobre una tabla plana, y practicando un corte en el abdomen. Después, el cuerpo se lavaba por dentro y por fuera con vino de palma. Los pulmones, el hígado, los intestinos y el estómago se extraían, se momificaban aparte y se introducían en vasos canopos. El corazón se dejaba intacto, ya que los egipcios creían que en él residía la esencia de la persona. Limpiaban la cavidad craneal con lino y la cubrían con resina caliente para sellarla. El cuerpo se sumergía en natrón durante unos cuarenta días, con paquetes de natrón dentro del pecho. Después, la momia se envolvía en una serie de tiras de lino, pegadas al cuerpo con brea o resina. Todo un proceso que el visitante acompañará con una inesperada experiencia olfativa...